Una alimentación sana es la base para gozar de una buena salud. Por eso debemos cuidar lo que comemos y llevar una dieta equilibrada si queremos evitar la aparición de enfermedades, como la obesidad, que están directamente relacionadas con el cáncer. En esta ocasión, vamos a hacer referencia a los alimentos ácidos y alcalinos y a cómo repercuten ambos en nuestra salud.
Alimentos ácidos y alcalinos
Antes de nada, es importante que entendamos qué significan los conceptos de alcalinidad y acidez. El grado de alcalinidad o de acidez de cualquier sustancia depende de su grado de pH (potencial de Hidrógeno), que se mide en una escala del 0 al 14. Si el pH se sitúa entre 0 y 7 estamos hablando de una sustancia ácida, mientras que si está entre 7 y 14 será alcalina.
Para que el organismo funcione correctamente, el pH de la sangre tiene que oscilar entre 7,35 y 7,45, es decir, tiene que ser ligeramente alcalino. La alimentación puede hacer que estos niveles varíen y por eso es preciso que sigamos una dieta equilibrada.
¿Qué repercusión tienen en nuestra salud los alimentos ácidos?
Un exceso de alimentos con capacidad para acidificar nuestro medio interno puede provocar un desajuste en el nivel de pH del organismo y, por tanto, una mayor facilidad para desarrollar ciertas enfermedades. Si el pH de la sangre pierde su equilibrio, ésta trata de compensarlo obteniendo los nutrientes que necesita de otros órganos vitales, provocando problemas digestivos, dolores de cabeza, cansancio, etc.
¿Qué alimentos deben predominar en nuestra dieta?
La clave para evitar ese desequilibrio es evitar el abuso de alimentos con un pH bajo, es decir, con un grado alto de acidez. ¿Cuáles son estos alimentos? Los azúcares refinados, la bollería, los lácteos, la carne, la pasta, las frituras, los refrescos, el alcohol, etc.
Entonces, ¿no debemos comer pasta, carne o leche? Se pueden comer, pues contienen hidratos de carbono y proteínas que son necesarios para el organismo, pero no debemos abusar de ellos. Y, sobre todo, lo que tenemos que hacer es equilibrar su consumo con el de otros alimentos capaces de alcalinizar nuestro medio interno, como son las verduras, los tubérculos, las frutas o los frutos secos. En este sentido, es muy recomendable el consumo de productos como el pepino, repollo, espinacas, perejil, brócoli, berenjena, ajo, lechuga, cebolla, tomate o limón.
En definitiva, de lo que se trata es de aportar al organismo todos los nutrientes que necesita a través de una dieta sana y equilibrada, que deberá ir siempre combinada con la práctica diaria de ejercicio físico.