Embarazo después del cáncer de mama: ¿Es arriesgado?

Embarazo después del cáncer: ¿Es arriesgado?

El diagnóstico precoz del cáncer de mama ha permitido que cada vez se detecten más casos en mujeres jóvenes. Esto, unido al retraso en la edad para concebir por motivos socioeconómicos, ha provocado que muchas mujeres se planteen en la actualidad la posibilidad de ser madres después de haber superado la enfermedad. Las principales dudas surgen a la hora de valorar los posibles riesgos que puede generar un embarazo después del cáncer tanto para la madre como para el bebé.

 

¿Es posible tener un embarazo después del cáncer de mama?

Antes de plantearse los posibles riesgos es necesario aclarar que es perfectamente factible que el cuerpo de la mujer se recupere y produzca óvulos maduros que puedan ser fecundados naturalmente. En el caso de que el tratamiento contra el cáncer afecte a la fertilidad de la mujer, también existe la posibilidad de someterse a técnicas de fecundación que posibiliten el embarazo.

 

Riesgos para la salud de la madre

Como bien señala la AECC, los datos de los que disponemos en la actualidad señalan que el embarazo no parece afectar de manera negativa el pronóstico en mujeres con cáncer de mama previo.

El principal temor suele ser una posible recaída del cáncer causada por los elevados niveles hormonales a los que se ve sometido el cuerpo de la mujer durante un embarazo. Según los especialistas, este desorden hormonal podría acelerar el desarrollo de un tumor incipiente durante los tres primeros meses de gestación, pero, incluso en el caso de que esto ocurriera, no estaríamos más que ante el adelantamiento de un proceso preexistente. Es decir, el embarazo no provocaría una recaída del cáncer, sino que aceleraría un proceso que iba a ocurrir antes o después.

Lo que sí está demostrado es que el embarazo y la lactancia son factores que reducen el riesgo de padecer un cáncer de mama en la población en general​. La explicación es muy sencilla: el embarazo afecta a la actividad de los estrógenos, las hormonas femeninas producidas por los ovarios y que son un factor de riesgo para el cáncer. Cuanto menos tiempo estén esos estrógenos en el cuerpo de la mujer, menos riesgo de padecer la enfermedad existe.

Por lo tanto, según estos datos, un embarazo después del cáncer no tiene por qué ser perjudicial para la madre, ​y ​además ​el embarazo y la lactancia en mujeres sanas reducen el riesgo de aparición de la enfermedad. En cualquier caso, conviene esperar entre uno y dos años después del tratamiento para reducir el riesgo de recaídas. Como hemos señalado, el embarazo no va a provocar la recaída, pero si esta se produce puede complicar la gestación. Además, no olvidemos que cuidar un bebé es una responsabilidad muy alta y debemos estar seguros de que nuestra salud nos va a permitir asumirla.

 

Riesgos para el bebé

La otra preocupación de los padres cuando se plantean la posibilidad de un embarazo después del cáncer es cómo puede afectar a la salud del bebé. De nuevo acudimos a la AECC, según la cual todavía se desconocen los efectos que pueden tener los tratamientos oncológicos previos sobre el feto. Esta misma asociación también hace referencia a un estudio realizado en mujeres con leucemia que recibieron altas dosis de quimioterapia. En estos casos, se incrementó un 25% el número de partos prematuros y se produjo un retraso en el crecimiento intrauterino del feto.

Por otro lado, según la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, no se ha registrado un aumento de la tasa de defectos congénitos ni problemas de salud a largo plazo en los niños nacidos de madres que han superado un cáncer de mama. Por lo tanto, parece que el mayor riesgo está en la posibilidad de que el bebé sea prematuro y tenga un bajo peso al nacer por culpa de los tratamientos oncológicos. Por lo demás, el niño tiene las mismas posibilidades de crecer totalmente sano que en el resto de embarazos.

En cualquier caso, esta es una decisión personal que deberán tomar los padres después de haber consultado con su oncológo y su ginecólogo. Cada caso puede ser diferente y la decisión dependerá también de la edad de la madre y del tratamiento que haya recibido.

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